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sábado, 23 de mayo de 2009

¿LLEVARIAS UN PARAGUAS EN LA SELVA?


 Mientras estuvimos en Miri, ciudad Malaya de Borneo, fuimos a visitar el Parque Nacional Lambhill waterfull. Un taxi nos llevó a la siempre apartada estación de autobuses, y al llegar, con la consigna de que todos los autocares paran en el Parque, nos asaltaron los “captadores” del primer autobús que se disponía a salir. Si, si, este para en el parque, son 10 ringuis. ¿10 ringuis? ¡Teníamos entendido que eran 5!, no, no 10 ringuis, y el señor se fue hacia la taquilla para sacarnos él mismo los billetes viendo nuestra indecisión. A lo lejos vi otro autobús, con un gran cartel que anunciaba su salida para 15 minutos más tarde. Su “captador” haciéndonos señas desde lejos se acercó y nos dijo, como si fuera un secreto, que el suyo costaba 5 ringuis. “OK man!” y fuimos a por los tiquets cuando se acercó el del otro vehiculo enarbolando amenazadoramente nuestros supuestos billetes y gritando ¡10 ringuis! ¡10 ringuis! Mientras trataba de intimidar con la mirada al que nos había dado el mejor precio. Al final, sin que la sangre llegara al río, nos fuimos “pa” la selva.
 Al llegar al parque nos recomendaron hacer una ruta corta porque ya era tarde (las 10 de la mañana) con la que podríamos ver algunas cascadas y pasear por la selva boscosa o el bosque selvático, que se yo. Cuando comenzamos nuestra marcha el cielo estaba algo nublado, pero el tiempo es tan imprevisible aquí que igual podía llover que salir ese sol justiciero que hace de la selva un verdadero jakuzzi del que tu espíritu quiere escapar a cualquier costa.  Bien preparaditos con nuestras botellas de agua, nuestros víveres y nuestros chubasqueros en la mochila paseamos despreocupados viendo extrañas palmeras borneas y árboles con piernas como dispuestos a correr. Nos encontramos a una botánica china, muy mona con sus botas de agua de lunares lila, que no supo decirnos nada más que “soly” cuando le preguntamos por su trabajo, así que la dejamos atrás y seguimos nuestro tranquilo paseo. Llegamos a la primera cascada, donde se suponía que íbamos a darnos un chapuzón, pero como seguía nublado convinimos en remojarnos a la vuelta. Allí vimos unas hormigas a las que les hablamos de usted pues eran tan grandes como una cucaracha de casa, claro que aquí las cucarachas son como ratones y los ratones como ratas, y las ratas como gatos y los gatos como… gatos, bueno, es igual, el caso es que seguimos caminando cuando comenzó a caer una refrescante llovizna que recibimos agradecidos. Esquivando lianas, raíces y enredaderas continuamos buscando la segunda cascada, pero la lluvia empezó a hacerse mas fuerte, así que nos pusimos nuestros chubasqueros. ¡¡Que bien me sentí en la selva ignorando la lluvia!! Con mis bambas con gore-tex y mi chubasquero con capucha no hay quien me pare.
 Hasta que comenzó a arreciar de verdad. “El monzón llega a la zona” recordé haber oído en las noticias la noche anterior, pero nosotros como si nada, seguimos adelante. Cuando el agua comenzó a calar nuestros impermeables y nuestras bambas a hacer chup-chup nos planteamos regresar. “Pero si la cascada esta cerca a lo mejor tiene un refugio como la anterior“, así que fuimos a buscarla sin poder evitar ya los charcos y sintiendo los chorros de agua por debajo de la ropa. Llegamos a la cascada y con dificultad, advertimos que no tenia ni refugio ni nada que se le pareciera. Así que tuvimos que desandar nuestros pasos. Comprobé como, cuando todo tu cuerpo esta como sumergido en la lluvia y tus zapatos son dos peceras donde no cabe más agua porque tus pies están dentro, ya te da igual lo que tardes en encontrar refugio. Tras caminar sobre una hora bajo el agua torrencial encontramos un pequeño refugio en el camino. Allí nos desnudamos y descalzamos, escurrimos nuestras ropas y nos quitamos las SANGUIJUELAS que, no sabemos como, se colaron en las bambas. Esperamos a que amainara comiendo nuestros víveres y deshicimos el resto de la ruta. No fue fácil, ya que la lluvia había desbordado el río y tuvimos que hacer un poco el tarzán (con caída y chapuzón incluidos) para seguir el mismo camino de vuelta. Cuando volvimos a la guest-house, blancos y arrugados, descubrimos lo mal que huelen las bambas de gore-tex tras el monzón de Borneo.

20/05/09
Sibu, Sarawak, Borneo
Malaysia

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