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lunes, 8 de junio de 2009

La doctora karina


Bukittinggi, West Sumatra, Indonesia

Hace unos días tuve que volver a llamar al seguro médico. Anduve unos días con una especie de gripe a la que alegremente se le unió mi vieja amiga la infección de orina. Previsora de mi, llevaba en el botiquín los antibióticos que me van tan bien en casa, así que al primer síntoma comencé a tomarlos. En el café Bedudal comenzaron las chanzas por parte de Fikar e Iván (dos trabajadores locales con los que hemos hecho amistad) ya que estaba previsto que nos fuéramos al lago Toba un par de días atrás, pero como son 15 horas de autobús, yo, con el pipi flojo, pues como que no. ¿Pensáis quedaros a vivir aquí? ¡Si quieres te busco una novia en el pueblo! Le decían al Hugo entre risas con ese humor inagotable tan característico de los indonesios. Pasaron unos días y no notaba mejoría, así que llegue a pensar que los virus que corren por aquí no deben ser como los que corretean por allí o algo así, así que el Pedro llamó al seguro médico. Rápidamente nos llamó nuestro "asesor" en Indonesia, un chico muy amable que me repitió cuatro o cinco veces que me aseguraba que iba a recibir una atención "segura", esto me hizo temer lo peor, pero no. Nos dio la dirección de un hospital y el nombre de una doctora y para allá que nos fuimos. Era un hospital privado (como la mayoría en Indonesia, la atención publica es solo para los que tienen el carné de la beneficencia, o algo así creí entender) donde en recepción no entendían ni papa de ingles. Preguntamos por la doctora Karina y resulto una joven muy amable y paciente con nuestro pobre inglés. Nos llevó a su consulta y por el camino vimos que el hospital era una gran casa colonial con un patio interior y con acceso a todas las instalaciones desde la calle. Es decir, cada consulta, pasillo y habitación que vi por el corto trayecto tenía una puerta abierta al exterior, cosa que me pareció curiosa. Olía como todos los hospitales a desinfectante y en la consulta nos esperaba un pequeño grupo de jóvenes que deduje eran estudiantes. Como no, fuimos la atracción del hospital, todos querían saber que me pasaba y fueron pasando por la mesa para leer mi informe. Después de auscultarme me hicieron un análisis de sangre allí mismo, el laboratorio era una pequeña habitación con sus puertas y ventanas abiertas desde una de las cuales me extrajeron sangre con una jeringuilla toda nuevecita para mí. Pero para el análisis de orina fue mas complicado. Me dieron un pequeño botecito como mi pulgar y me dijeron donde estaba el lavabo. Fui para allá preguntándome como lo haría para atinar en un cuello tan pequeño, y comprobé que el lavabo era indonesio, es decir, aquel del agujero en el suelo con un cubo de agua al lado y el piso encharcado. Y yo sin ganas de mear. Bien, pensé, me gustan los retos. Después de maniobrar un rato y mojarme los dedos de pipí en el intento salí de allí frustrada con apenas unos milímetros cúbicos de liquido. Me dirigí al laboratorio y le pregunte a la enfermera si tenia suficiente, pero como no me entendió, asintió, cogió el botecito y me mandó de vuelta a la consulta donde me esperaba Pedro, la doctora y tres o cuatro chicas que por allí revoloteaban. Mientras esperábamos los resultados (que según la doctora solo tardarían 15 minutos, y así fue!!) apareció un joven bien parecido y muy seguro de si mismo que me pareció un capullo al instante. Se sentó en la esquina de la mesa, comenzó a preguntarle a la doctora que me pasaba y me volvió a hacer las mismas preguntas que ya me había hecho ella. La doctora lo miraba muy seria y las chicas habían dejado de sonreír. Me pareció que se sentía espléndido, y acabó diciendo que seguramente estaba embarazada, se fue riendo a carcajadas mientras gritaba que luego fuera a que me auscultara él. No se quien era, pero sentí lastima de las mujeres de Bukittinggi si ese es su ginecólogo. Después de esto vino la chica del laboratorio y le dijo algo a la doctora. No hay suficiente orina, me dijo. Uff, me bebí una botella de agua y repetí mi odisea con el dichoso botecito con el mismo resultado. No se si juntaron las dos muestras o que pero al final aparecieron los resultados, Efectivamente, tenia infección de orina. Me recetó un antibiótico y unas vitaminas y volvimos al hotel. La recuperación esta siendo lenta así que el Hugo ha ido abriendo camino hacia el lago Toba, y Pedro y yo seguimos aquí, soportando la sana risa de nuestros amigos locales y viendo pasar los días a la espera de que me recupere para poder continuar nuestro viaje.

8 de Junio del 2009

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